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Sabraina Roldan

La cancelación en la música y un cambio de paradigma como consecuencia

La cultura de la cancelación tiene mucho en la industria de la música, y la misma viene acompañada de una problemática. ¿Se cancela solo a la artista, o su música también?


A lo largo del tiempo, el público ha soportado un sinfín de actitudes polémicas por parte de los artistas musicales. Actitudes machistas o micro machistas, a maltratos y destrato hacia sus fans. El problema empieza cuando sus seguidores deciden hablar y denunciarlos por abusos, violaciones, acoso, maltrato verbal, físico y/o psicológico.

Charlie, Ariell y Felicitas, víctimas de los abusos de Cristian Aldana.


Si bien la justicia ha respondido a estas denuncias, como fue el caso de Cristian Aldana, líder de El otro Yo, condenado a 22 años de cárcel por abuso sexual contra menores, son contados los casos que recibieron una condena penal.


En cuanto a la industria musical, el artista se ve complicado cuando aparecen estas denuncias, se han llegado a cancelaron shows y giras. Esto, claramente, es un problema para el músico, que tendría que ver cómo sigue con el sello discográfico. Lo que vimos hasta el momento es que, por lo general, el artista sale a intentar aclarar las cosas con un comunicado o, directamente, se retiran de las redes y muchas veces no vuelven a tocar”, cuenta Cuchi Prat, periodista musical.

Pero cuando el poder judicial no responde a favor de las víctimas, tanto el movimiento feminista, como la sociedad, toman cartas en el asunto, y la cancelación es una de las herramientas más efectivas para lograr justicia social. Promueven la cancelación a los artistas; dejando de seguirlos, escuchar su música y consumir todo tipo de contenido vinculado con el denunciado.


“Un artista es, entre otras cosas, el arte que hace, entonces dejarlo aparte no tiene mucho sentido. Si actualmente pasa algo con un artista y la sociedad lo repudia, pero no deja de seguirlo, es poco coherente”, opina Raymi, militante de la agrupación Isadora.


Este accionar ha sido muy efectivo, en varias ocasiones, como fue el caso de Onda Vaga, a finales de 2018; que a medida que la banda sumaba denuncias, bajaban sus seguidores. Las denuncias escalaron a 45 y sus seguidores se fraccionaron casi a la mitad.


Testimonio 6, del blog que contenía todas las experiencias que tuvieron fans con Onda Vaga


Al mismo tiempo, en la sociedad se genera una grieta que abre a una nueva problemática; ¿qué pasa cuando quieren cancelar al artista nada más?, ¿se lo puede separar de su música?, ¿cómo hacer para que estos artistas que tienen y gozan de la impunidad, dejen de tenerla?


Esto sucedió en casos como Babasónicos, el trapero CRO, Ciro Martínez, entre otros. Muchos seguidores decidieron ignorar las acusaciones, o justificarlos por el lado de que las denunciantes no tienen suficientes pruebas, o tildándolas de mentirosas.


“Lo que está mal en este debate es el tratar de perseguir a la gente por sus gustos; porque no dejan de ser cuestiones individuales, personales y privadas. Entonces, cuando uno tiene la intención de darle un seguimiento, para ver si efectivamente se está consumiendo algo de un artista misógino, al movimiento se lo termina colocando en un lugar medio policial que no sirve de nada”, explica Natalia Vazquez, integrante del plenario de trabajadoras (agrupación de mujeres del Partido Obrero).


El movimiento feminista no solo se presenta con denuncias a los artistas y apoyo y contención a las víctimas, sino que consigo trae un nuevo paradigma. Así lo plantea Nano, integrante de la agrupación Mala junta, que incita a repensar el consumo del arte y la manera de vincularnos con ella. Dejar de seguir esa cultura, que ya quedó vieja, y crear otra.


"Tenemos años de ser representados por voces de varones heteros que, de alguna manera, hoy entran en crisis. Me parece que quizá lo más interesante es cómo se empezó a fundar una nueva narrativa en el marco del feminismo; un nuevo arte, una cultura donde otras voces, las de las mujeres, los putos, las tortas, las trabas, empiezan a tener otro lugar, y podamos empezar a pensar mucho más en compartirnos entre nosotres y nuestras experiencias de vida", explica Nano.

"Muchas veces esa figura del ídolo escondía y esconde impunidad, pero con el correr del tiempo se está cayendo. El énfasis no se encuentra únicamente en la acción individual de que cada uno cancele o deje de escuchar una banda, sino en la problematización de cómo se construye una nueva cultura frente a la cual se pueda hallar contención", concluye.




sabraina rld.

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