La última obra de la cantante trajo 16 temas, con diferentes estilos, pero que coinciden en una cosa: resaltar su voz.
Rosalía lanzó el Motomami, con 16 canciones, en un live de TikTok. La portada del disco es una mariposa, que simboliza la transformación y hace referencia al cambio en el estilo musical que la artista realizó en este proyecto.
El disco fue controversial desde los primeros sencillos, con comentarios como “Qué pasó con la Rosalía de ‘El Mal Querer’”, “Era obvio que nos iba a decepcionar”, y demás críticas que intentaron sepultarla. La propuesta dejó en jaque a “la primera Rosalía” que conocimos.
El término motomami se adjudica a las madres y abuelas. Hace referencia a las dos mujeres más importantes de su vida, las cuales andaban en moto, pero también a la realidad de esas madres que saben armonizar la fuerza –moto– con la delicadeza y la ternura –mami-.
Más allá del prejuicio y la mala fama que se le hizo al disco, lejos está de ser un fracaso. Lo podríamos comparar con El Kuelgue, que todos sus discos son un rejunte de temas que nada tiene que ver con nada, donde las letras pueden tener poco sentido, pero que en composición musical tienen un trasfondo más profundo.
El reggaetón del principio de los 2000 ocupa un espacio importante en el álbum ya que, cuenta ella, ha sido muy importante durante su adolescencia y es uno de los géneros que más le gusta. Lo tomó como inspiración, e incluyó a grandes referentes que hay dentro del género.
No hay tema en el que no sea protagonista su voz. Están presentes los drums con aires de reggaetón y bachata y a lo lejos un sintetizador que busca cubrir los silencios; todo lo demás que salga de esa base, hace a cada canción diferente.
Al disco se lo resalta por ser minimalista, porque no usa mucho instrumental para lograr un buen resultado. Un ejemplo es “Chicken Teriyaki”, al que se le podría sacar todos los apoyos, dejarle solo la voz y el tema sigue siendo el mismo.
“Bulerías” te deja un sabor a algo que ya vimos en ella, es un flamenco a voz limpia; es Rosalía diciéndonos que su obra es otra, pero que su voz y su talento siguen ahí.
Para hablar de las inspiraciones y referencias, damos por sentado que las letras no cuentan una historia de manera tradicional. El sentido lo sostiene, de una manera abstracta, pero está.
“Saoko” y “Bizcochitos” están vinculadas a Daddy Yankee, Rosalía hace homenaje a la canción “Saoco” lanzada en 2004, junto a Wisin. “Sabes esa canción que dice ‘¿Quién tú eres? Tu bizcochito’, empieza diciendo la cantante ante la cámara. Pues yo pensaba que, si a mí me hubieran preguntado, hubiese respondido diferente: Por eso yo escribí: yo no soy ni voy a ser tu bizcochito”, contó la cantante en entrevista con Jaime Altozano.
“Motamami” tiene la inspiración en lo audiovisual, la escena que simula estar en moto humana con un fondo de nieve, lo tomó del icónico video Kanye West “Bound 2”, donde el cantante pasea en moto junto a Kim Kardashian. “Motomami”, es el tema más corto del disco, con 1:01 seguido de “Abcdefg”, tema que fue tendencia en TikTok.
Sobre baladas, Rosalía corona a “Como un G”, aunque muchos lo debaten ya que “Hentai” también podría ganar ese lugar. “Como un G” es un tema lento, suave, dulce, habla de la resinación al amor, por una relación que ya no está, es ese tema que escuchas cuando extrañas a un ex; mientras que “Hentai”, también suave y dulce, va dirigida a una relación que recién empieza, en una carta intima de amor, es el que escuchas cuando recién conoces a alguien.
Rosalía en este disco deja de contar las historias de otros y cuenta la suya, en la que encontró su propio estilo, independientemente de un estilo ya creado; supo salir de los géneros, mezclarlos y encontrar algo diferente.
En su línea de aprendizaje, con los resultados que tuvo hasta hoy, ella jugó con todos los recursos musicales para hacer este disco que, sin dudas, tiene sentido para el que realmente quiera escucharlo.
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